lunes, 23 de abril de 2012







Las cosas como son

Tengo la sensación de que tenemos temor. Sí, tenemos miedo de participar, de escribir, de opinar, de levantar un poco la voz… Pero quienes deben temer son las autoridades, pues son ellas las que poseen trapos sucios, no nosotros.

Es lógico, podemos perder el trabajo. La mayotra venimos de los 90’. Además, tenemos un Curriculum Vitae demorado por el mercado de trabajo. Sumemos en color azul, hijos que mantener, responsabilidades y deudas. Estas son siempre rojas incandescentes.

A mí se me despide por algo puntual, por algo escarapela, por un punto que era para despedir. Supuestamente…

Cuando una encuesta de “satisfacción del personal” preguntaba: “¿Qué otros beneficios sugiere para que el Consejo les brinde a sus empleados?” Respondí: “Sería realmente interesante ver la manera de dejar de tercerizar al sector de limpieza y del comedor, así ellos son beneficiados con los mismos beneficios que el resto de nosotros. En segundo lugar, sería una cosa seria, ver la forma y la manera de generar las condiciones necesarias para crear en un futuro, algún tipo de representación sindical interna. Pues considero que ambas cuestiones, contribuirían a la calidad y excelencia tan anheladas por el Consejo”

Seguramente, mientras leían mí respuesta, se habrán preguntado ¿Pero que quiere este tipo?, ¿después de decir eso, cómo no lo van a rajar a la mierda?  Y si pensaron así, compañeras y compañeros, déjenme decirles que se equivocaron.  Sí, creo que se equivocaron. Piensan así, porque piensan igual que las autoridades. Las autoridades, triunfaron, porque lograron que nosotros pensemos como ellas y ellos piensan. Nosotros pensamos, que es lógico despedir a un empleado por opinar así. Por lo tanto, nosotros pensamos igual que ellos. Igual que ellos que ganan 5, 6,11 y más veces más que nosotros.Y ¿Saben cómo se llama eso? Eso se llama dominación simbólica.

Pero en realidad, nosotros, no deberíamos pensar igual que ellos.

Solo una anécdota para colorear el relato: desde que me despidieron, ya hace más de cuatro meses, he contado, no se ya cuantas veces lo sucedido. La gran mayoría de las veces, cuando al  interlocutor que me interpela le cuento lo acontecido, me mira como diciéndome: “¿Pero bue, que querés vos? ¿Después de eso, cómo no te van a despedir? ” Por ahí su boca  no lo manifiesta textualmente…pero todo su cuerpo, todo su inmenso gesto, me invita a pensar que él piensa así... simplemente como ellos.

La fosforescente encuesta de satisfacción del personal que completé, era luminosamente anónima. Luminosamente anónima se decía ella. Era brillante, por lo tanto nominada. Las encuestas tenían nombre y apellido. Hasta DNI, grupo sanguíneo y huellas digitales. Pues, nunca se respetaron mecanismos que garantizan el anonimato a falta de legítimos sindicatos.

Compañeras y compañeros, sencillamente las encuestas de satisfacción del personal  marcadas estaban. Sí, estaban marcadas. Para que no quepan dudas, las autoridades llamaron a las autoridades de la grafía. Así es, llamaron a una  maternal períto-calígrafa o a un paternal períto-calígrafo para que asegurase que la letra era mía. Y así fue, ella o él, dijo simplemente que sí, que era mía la letra esa. (Primera marca)

Y así fue que me despidieron…dieron. Me dejaron simplemente en la calle.

Pero no le perdamos el ojo a la encuesta. Imaginemos su recorrido:

Yo, completo la encuesta en publicaciones; lo hago a puño y letra. (segunda marca)
Se la doy a una secretaria.
Ella, la deja  en la gaveta, conjuntamente con las encuestas del resto de mis compañeros del sector.
Más tarde, un compañero de correspondencia pasa a retirarlas.
Las encuestas son entregadas por sectores.
Las encuestas racionalmente son entregadas por sectores. (Tercera marca)
Ya las encuestas sobre el escritorio de la gerente de calidad... son leídas por ella. 
Ella rápidamente las lee, hasta que se demora en una de ellas.
Algo pasó...algo la detuvo.
A ella le preocupa lo leído. Primero se alarma. Después se enorgullece.
Ella, además de la calidad, persigue.
Lo llama al gerente de RR.HH. y le dice: “Encontré un rojo bolchevique. ¡Tenemos que reunirnos!”
Ella apurada, sin ningún tipo de disimulo se dirige orgullosa por su hallazgo, a la oficina del cano gerente con la encuesta revoloteando en su mano izquierda.
La derecha, la tiene ocupada emprolijándose.   
Ella encontró un escondido, encontró un camuflado. En definitiva, ella descubrió algo.
Se reúnen, conversan, especulan. Ellos se entienden. Saben lo que hacen.
El cano gerente, seguro de sí, con autoridad y solvencia, después de lo conversado llama al secretario.
Se reúnen los tres.
Están reunidos  en la oficina del secretario.
Es una reunión amena. Sin ningún tipo de sobresaltos.
Conversan. Ríen. El secretario y el gerente cano conversan de fútbol. Sobre Boca. Ella se incomoda un poco, pues sobre el tema no está al tanto. Pero igualmente sabe desenvolverse.  
Piden cafés.
Los interrumpen.
Retoman conversaciones.
Llegan a conclusiones y deciden sencillamente que hay que despedirme.
Me despiden.
Cada uno vuelve a su oficina.
Retoman sus actividades luego de un breve impasse. Luego de un escueto recreo.

Y nosotros tenemos temor. Tenemos miedo,
Y nosotros no nos escribimos, no nos comunicamos. No nos representamos.
Nosotros seguimos así, incomunicados.
¡Acá… acá compañeras y compañeros no ha pasado nada!

¿Cómo es que dejamos que jueguen al truco contra nosotros con las cartas marcadas?
Vemos que nos hacen trampa y… ¿no vamos a decir nada?

Y hora, ¿qué tal si nos organizamos?
¿Qué tal si ponemos un poco el ceso en funcionamiento?
¿Qué tal si le ponemos límites al abuso y pedimos que se baraje de nuevo?
Pero esta vez, sin trampas. Nos lo merecemos…sencillamente porque nosotros jugamos limpio, lealmente. Sin marcar cartas, sin espiar cartas ajenas.

Compañeras y compañeros del Consejo, no somos nosotros quienes debemos tener miedo. Son ellas y ellos, las autoridades, las que deben realmente temer. Son ellas las que no quieren que se rompa el pacto de silencio que se estableció entre ellas, ellos y nosotros. Ellas callan, nosotros callamos y mientras tanto nos pasan por encima. Ellas están organizadas. Ellas tienen poder de decisión sobre nosotros. Nosotros no tenemos nada…

Compañeras y compañeros, existe todo un marco legal que está por encima de lo que sucede en el Consejo. Hay toda una legislación laboral que mal o bien nos protege. No somos nosotros, son ellas y ellos quienes pisotean las leyes laborales. Son ellas y ellos las que deben temer. Son ellas y ellos las que saben que hacen las cosas mal. Son ellas y ellos las que deben tener vergüenza.... Saben que no cumplen. Saben que tienen cuentas que rendir.

Saben que solo las sostiene nuestro temor, nuestro mantener la boca cerrada. Saben que solo se sostienen por las cosas que nosotros callamos, y aún así son soberbias y soberbios. Aún así nos tratan con desdén.

Sucede que justamente esta es su estrategia. Hay que apretar, apretar y apretar para que uno no se avive. Para que uno no se dé cuenta. Para que uno no tome consciencia.  Meter, miedo, miedo y medio para que uno no levante la cabeza. Para que uno solo mire hacia abajo, hacia el suelo.

Mientras todos miremos hacia el suelo no hay ningún problema. Mientras todos miremos la baldosa, acá no pasó nada…está todo bien. Mientras tanto, fueron despidiendo selectivamente a compañeras y compañeros.

Hay que darse cuenta y hacerse cargo de lo que sucede. Mientras una o uno se haga el tonto, no pasa nada, todos “felices” y “conténtenos”. Aquellos que osaron cuestionar algo, automáticamente fueron despedidos.

Y no se puede trabajar en un ambiente así. Ya no por los compañeros que despidieron, sino porque este no es un trato respetuoso hacia nosotros.  No son estas las formas...

No somos ganado, al cual se lo maneja de acá para allá. No somos vacas que solo miramos al suelo y nos dicen a dónde ir. Compañeras y compañeros, en el Consejo pasan cosas. Pasan muchas cosas. Se trabaja en un ambiente de sumisión absoluta, y ello no puede continuar. Es por ello, que hay que dejar de rumiar,  hay que levantar la voz, conversar entre nosotros y ver la manera de organizarnos.

Es por ello que celebro la creación del Blog.
Por algún lugar se comienza. Después, ya veremos qué es lo que organizamos...

Y por sí alguna "autoridad" nuevamente quiere saber quien escribió esto, no se moleste en buscarlo, ya que la firmo con mí nombres y apellido. Pues, yo no miento.  Digo la verdad.

Y además, ya  no me hace falta la protección de ningún anonimato, anonimato que ustedes se encargaron muy bien de violar. 

Saludos...


                                                                                                              Santiago Blas Villani